Conocí al padre Evelio Menjívar-Ayala en el año 2015 en Washington, D.C. en las oficinas centrales de la Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO, por sus siglas en inglés). Estábamos allí para ser parte de una reunión copatrocinada por esta organización. No era exactamente el primer lugar que vendría a mi mente para encontrarme con un sacerdote católico.
Fuimos invitados a participar en distintos grupos de diálogo explorando maneras en que los católicos en los Estados Unidos debemos ser más activos en cuanto a nuestro apoyo hacia los trabajadores y sus derechos laborales, especialmente en el caso de los inmigrantes. ¿Por qué? Porque es lo correcto.
Al escuchar al padre Menjívar-Ayala en dicha reunión, era imposible no entusiasmarse ante su manera de hablar sobre los inmigrantes y su llamado urgente a promover la justicia en favor de los trabajadores más vulnerables.
Sus palabras invitaban con contundencia a entrar en solidaridad con los trabajadores indocumentados, quienes son la columna vertebral de muchas industrias en este país. Con frecuencia no reconocemos el valor de su trabajo y sus sacrificios. En tiempos de politiquería los demonizamos aún sabiendo que nuestro estilo de vida depende en gran parte de su labor. Ocho años después leí con gran alegría que el sacerdote que conocí en aquella reunión había sido nombrado obispo. Fue ordenado como obispo el 1 de febrero del 2023 para servir en la Arquidiócesis de Washington.
Durante sus años de párroco, la gente le conoció como un alguien que camina con el pueblo, un líder cercano a su comunidad, una persona que escucha atentamente, un amigo y un defensor de los más necesitados.
Tanto su fe como su historia personal constituyen dos claves para entender el compromiso de Monseñor Menjívar-Ayala con los trabajadores, tanto inmigrantes como aquellos que viven en condiciones vulnerables.
Es un hombre apasionado por Jesús y su evangelio. En su ministerio busca seguir el ejemplo de Jesús quien habla proféticamente y sana al más necesitado. Su lema episcopal es “Ibat cum illis” (Caminaba con ellos), haciéndole eco al texto de Lucas 24:15. La solidaridad del obispo Menjívar-Ayala con los trabajadores inmigrantes y su preocupación por quienes no tienen documentos legales para vivir y trabajar en este país tienen raíces en su experiencia personal. Él sabe lo que millones de estas personas han pasado para procurar una mejor vida para sí mismos y sus familias.
El obispo compartió muchas de sus vivencias con El Pregonero, el periódico en español de la Arquidiócesis de Washington. Nació en El Salvador y a los 19 años partió hacia los Estados Unidos con su hermano buscando un futuro mejor. Dejaron un país desgarrado por los efectos de una guerra civil, la polarización política y la falta de oportunidades para los jóvenes. Trató de cruzar la frontera mexicoamericana varias veces. En el proceso fue encarcelado y deportado de México a Guatemala. Finalmente la cruzó.
El obispo Menjívar-Ayala reconoce que llegar a una nueva nación sin la documentación apropiada no es lo ideal. Nadie debería tener que enfrentarse a los riesgos asociados con el cruzar desiertos, mares y fronteras en medio de condiciones inseguras. Sin embargo, la vida fuerza a muchas personas a arriesgarlo todo en su búsqueda de esperanza y nuevas oportunidades. Los inmigrantes europeos lo hicieron en el pasado. Hoy en día muchas personas de otras partes del mundo lo siguen haciendo.
Él buscó empleo en lo que pudo mientras vivió en Los Ángeles y luego en Washington, D.C. Trabajó en las industrias dedicadas a la limpieza y la construcción. Vivió con las personas por las cuales aboga hoy en día. El obispo entiende en carne propia lo que significa ser un inmigrante indocumentado, un prisionero, un deportado, un trabajador al que le pagan poco, un empleado vulnerable.
Muchas personas reconocieron su potencial. Varias de ellas fueron sacerdotes católicos que lo apoyaron para que se educara y luego discerniera su vocación al sacerdocio ministerial. En este sentido, fue bendecido.
Las Sagradas Escrituras con frecuencia nos dicen que Dios escoge a los más pequeños y los más sencillos para hacer cosas grandes. Dios sigue haciéndolo.
Monseñor Menjívar-Ayala no se olvida de donde viene ni de las experiencias que lo han formado. Oro por él y por más agentes pastorales que estén realmente dispuestos a caminar con el pueblo al que sirven, a entender sus aspiraciones y experiencias, tal como lo hizo Jesús.
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Hosffman Ospino es profesor de teología y educación religiosa en Boston College.