El doctor Tim Gray actual presidente del Instituto Agustín, ha dicho que "La Eucaristía es la prueba de la Fe". Esta idea se ilustra clara y poderosamente en los versículos finales del capítulo 6 del Evangelio de San Juan, que escuchamos en la Misa recientemente. Nuestro Señor acaba de prometer al mundo el don más precioso de todos, el don de sí mismo, bajo las apariencias de pan y vino. En respuesta a sus palabras, un número significativo de personas en la multitud reunida experimenta la ira, una ira que raya la apoplejía.
Lamentablemente, esto incluye a algunos que anteriormente se habían considerado discípulos de Jesús. Se dicen unos a otros: Esta palabra es dura; ¿quién puede aceptarla?
La Eucaristía nos dice que en este momento muchos de estos discípulos de nuestro Señor "volvieron a su antigua forma de vida y ya no lo acompañaban”.
Al comentar este trágico acontecimiento, el Catecismo de la Iglesia Católica ofrece esta reflexión: "El primer anuncio de la Eucaristía dividió a los discípulos, como el anuncio de la Pasión los escandalizó”: ¡Que palabra tan dura! ¿Quién puede escucharla? La Eucaristía y la cruz son piedras de escándalo. Es el mismo misterio y nunca deja de ser ocasión de división” (CIC 1336)
Es tristemente irónico que el sacramento que fomenta la mayor unidad entre los creyentes a veces conduzca a divisiones más profundas. Tal vez una de las razones de esto sea que a muchas personas les cuesta entender como el Dios todopoderoso, omnipotente y eterno puede estar presente en un "paquete" tan pequeño.
Como dijo la Madre Teresa: "¿Cuánto más pequeño podría haberse hecho así mismo que un trozo de pan, el Pan de Vida? ¿Cuánto más débil e indefenso?
La idea de que Dios se entregaría a los seres humanos de esta manera puede ser difícil de captar y entender. Es por eso que Tim Gray llamó a la Eucaristía “La prueba de la fe”, pero; esta ha sido la enseñanza constante y consistente de la Iglesia desde los tiempos apostólicos, como lo deja claro Juan 6.
Los escépticos e incrédulos siempre estarán presentes (como lo estuvieron cuando Jesús dió el discurso del Pan de Vida en Juan 6), pero hay señales positivas de que su número, alabado sea Dios, está disminuyendo. Según una encuesta en 2922 por Vinea Research, el 69% de los católicos que van a Misa los domingos, creen en la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento. Esa cifra aumenta al 81% cuando solo se consideran los que van a Misa todas las semanas, y salta al 92% cuando solo se consideran las respuestas de los que van a Misa más de una vez a la semana. Esas cifras son más altas que en muchas encuestas anteriores, lo cual es una muy buena noticia.
Por supuesto, como discípulos de Jesucristo, no debemos estar satisfechos hasta que cada católico, hasta que cada persona humana, diga "Amén" a la verdad sobre la Eucaristía. Dar testimonio de esa verdad y ayudar a otros a abrazarla fue parte de la misión que se encomendó a los 60.000 participantes en el Congreso Eucarístico Nacional celebrado en julio. Pero esa es realmente la misión -la responsabilidad- de cada católico. Que el Señor Jesús, que viene a nosotros en el Sacramento, nos ayude a cumplir bien esa misión todos los días.