El verano ya se acaba y en este año en que tenemos el desafío de tener que lidiar con las consecuencias de la pandemia del COVID-19, y las medidas de precaucion al regresar a la escuela además de cambiar la rutina y tratar de sacar a nuestros hijos de los hábitos de diversión, excesiva televisión y medios sociales en general y ayudarlos a desarrollar buenos hábitos de estudio y trabajo que les ayuden a tener éxito en la escuela.
En su libro “Participación Paterna” el Dr. Michael Popkin, PHD nos hace la interrogante: “¿Cómo definimos el éxito? ¿Es tener un trabajo satisfactorio? ¿Es tener familia, o amor, o la oportunidad de tomarlo suave y relajarse? ¿Se trata de contribuir a la sociedad o dejar una huella en este mundo?”.
El doctor Popkin dice que hay muchas cualidades que son importantes para darles a sus hijos un buen despegue hacia el éxito y que la valentía es una de las más importantes pues capacita a su niño para alcanzar las demás.
Por su parte en su libro “La Vaca” el Dr. Camilo Cruz afirma que el enemigo del éxito no es el fracaso sino la medio-cridad y el conformismo. Hoy en día el mundo está cada vez más competitivo y hay poco lugar para aquellos jóvenes que se queden en la mediocridad y se conformen con dar el mínimo, pues tendrán una vida con muchas limitaciones y dificultades en encontrar trabajos.
En el Evangelio de San Mateo Capítulo 25, 14-30 encontramos la parábola de los talentos. “a uno dió cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó…enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor.
Llegándose también el que había recibido un talento dijo: Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dió miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo”.
Sigue la parábola que el Señor dijo: “Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; …. Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”.
Así pues, debemos enseñarles a nuestros hijos a identificar sus talentos tanto físico como espirituales y a “no tener miedo” de usarlos y que la pereza, la mediocridad y el conformismo nos alejan del éxito y también nos alejan del plan que Dios tiene para cada uno de nosotros.
Al comenzar el año escolar motivemos a nuestros hijos a ser cada vez mejores y proporcionémosles en nuestra casa:
- Un lugar y ambiente tranquilo y seguro, donde puedan estudiar sin distracciones.
- Al llegar de la escuela un pequeño refrigerio con alimentos saludables y a hacer tareas antes de prender la TV, juegos electrónicos o internet. Revise las tareas de sus hijos y asegúrese de que las hagan antes de ponerse a jugar.
- Motive, aliente, anime, sonría, ofrezca mucho amor y cariño; esté presente en sus vidas.
- Limite el tiempo de la TV y medios o no más de una hora al día y puede darle un poco más de tiempo los fines de semana.
- Enfóquese en las cosas que hacen bien, en vez de ser muy perfeccionista. Recuerde, los errores son parte del proceso de aprender que nos llevan al éxito.
Finalmente termine el día con una oración con los miembros de su familia. Recuerde la frase del Padre Patrick Peyton: “La Familia que reza unida permanece unida”. Hagámosla un hábito en nuestras propias vidas y familias.
(Esta columna fue previamente publicada en 2019 y adaptada especialmente para esta edición)