Editorial

Una verdadera Reforma Migratoria, es una calle de dos vías

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El Obispo Mario Dorsonville, presidente de la USCCB del Comité de Migración, escribió una carta a los miembros del Congreso el 15 de marzo, para expresarle a los obispos su apoyo a la legislación de inmigración: el Sueño Americano, el Acto de Promesa, y el Acto de los trabajadores agrícolas. También insto a los legisladores a “trabajar hacia una reforma legislativa más amplia y completa de nuestras leyes de inmigración”, y prometió el apoyo de la USCCB en ese sentido. La crisis actual en la frontera sur de nuestro país hace que esa reforma sea esencial y urgente.
Desde una perspectiva católica, naciones como la nuestra tienen la obligación moral de acoger al menos a algunos inmigrantes. Como dice el Catecismo, “las naciones más prosperas están obli-gadas en la medida de sus capacidades, a acoger al extranjero en busca de la seguridad y los medios de subsistencia que no puede encontrar en su país de origen”. (CCC2241) Esta es la caridad cristiana básica. El Catecismo continúa diciendo que aquellos que son bienvenidos a otro país deben recibir respeto, ayuda apropiada y protección legal.
Esa idea, junto con todos los demás principios de la enseñanza moral católica, tiene sus raíces en la noción de que todo ser humano tiene una dignidad fundamental, dada por Dios, ya que todo ser humano es hecho a imagen y semejanza de Dios.
Desde una perspectiva católica, la verdadera reforma migratoria es una “calle de dos vías”. Este, por desgracia, es un punto crucial que a menudo se deja fuera o se ignora en las discusiones públicas cuando se trata de este tema. Como nos dice el Catecismo: “Los inmigrantes están obligados a respetar con gratitud el patrimonio material y espiritual del país que los recibe, a obedecer sus leyes y a ayudar a llevar cargas cívicas”. (CCC2241)
El Obispo Thomas J. Tobin ofreció recientemente sus pensamientos sobre como los inmigrantes son atrapados ahora en medio de esta calle de dos vías, una que está agrietada y defectuosa y necesita ser reparada lo antes posible. “Los inmigrantes, las familias y los niños, que vienen a nuestro país, son peones en un juego de ajedrez partidista”, dijo. “Son víctimas de un sistema roto. Tenemos que solucionar este problema sistémico”.
Vamos a orar y abogar por todos los inmigrantes y los refugiados.