El 2020 comenzó muy bien en nuestras comunidades pero pronto comenzamos a escuchar noticias de un virus que comenzaba a expandirse en algunas ciudades de China y poco a poco comenzaron a parecer contagios en otras partes del mundo.
Dos meses después aparecen los casos en los Estados Unidos y rápidamente comienzan a multiplicarse cambiando de un día otro nuestro estilo de vida y llevándonos a un tiempo de cuarentena.
Había mucha incertidumbre y desconocimiento de cómo se propagaba el virus lo que llevó a ocasionarnos muchas preocupaciones y ansiedad al comenzar nuestro tiempo de cuarentena y también nos agarró a muchos tal vez desprevenidos sin suficientes provisiones para sobrevivir unas dos o tres semanas sin los artículos esenciales del hogar.
De un día otro nos encontramos sin trabajo en casa y los muchachos sin escuela y después vino el tiempo de adaptación a el aprendizaje a distancia implicando que los padres tengamos que envolvernos mucho más en la vida de nuestros hijos.
¿Qué hacer ante esta situación? Pues la reacción normal a veces es asustarnos, preocuparnos dejarnos llevar por la ansiedad pero después de un susto inicial, en nuestro hogar comenzamos a aprovechar este tiempo para hacer cosas cons-tructivas y fortalecer nuestras relaciones entre padres e hijos.
Una de las primeras cosas que pudimos experimentar fue el amor y el cuidado de nuestra comunidad parroquial pues teniendo una familia numerosa habían algunas necesidades que no habíamos podido cubrir porque la pandemia dejó desabastecidos la mayoría de las tiendas.
Recuerdo que en las primeras semanas en dos oportunidades recibimos regalos de bolsas grandes con papel higiénico cosa que en un hogar de 10 personas es de una extrema necesidad.
Fue muy lindo experimentar el cariño y la preocupación de otras personas por nosotros. Así mismo Dios nos dió la oportunidad de poder devolver el favor más adelante y poder ayudar a otras familias que también estaban en necesidad.
A pesar de que como músico perdí mucho trabajo y oportunidades ya que todo se canceló, reduciéndose mis ingresos; nunca realmente nos faltó nada y aunque estamos un poco apretados financieramente Dios siempre proveyó por todas nuestras necesidades básicas.
Así que en vez de desesperarnos pusimos nuestra confianza en Dios, hicimos más oración en familia y comenzamos a hacer momentos de oración y alabanzas desde la casa y transmitirlo a través de los medios sociales creando una oportunidad de estar conectados con miembros de nuestra comunidad y otras personas que poco a poco se fueron sumando desde otras partes del país y se convirtió en un momento bien bonito de estar haciendo comunidad y también orando juntos por nuestras necesidades y por nuestros enfermos.
Otra cosa muy bonita que pasó fue que la iniciativa de mis hijas comenzamos a hacer varios proyectos de renovación en la casa pintando algunos cuartos renovando otros lugares poniendo nuestro hogar un poquito más ordenado y ese tiempo juntos nos dio oportunidad de compartir más cosas que antes no pasaba, por las diferentes ocupaciones de todos y el ritmo de vida tan ocupado que antes llevábamos.
Para muchos tal vez la tentación inicial es sentarse en el sofá y ponerse a ver televisión, pero en nuestro caso y en particular yo he tratado de aprovechar ese tiempo para aprender nuevas habilidades como mejorar mi conocimientos en grabación y edición de videos y comunicaciones en los medios sociales que me permitirán hacer un mejor trabajo en el futuro.
Otra cosa que pasaba con mi vida desde el año pasado es que me había descuidado un poco de mi salud ya el médico me había advertido varias veces que necesitaba hacer ejercicio, y en mi mente siempre estaba comenzar pero nunca daba el paso de hacerlo.
Pues en uno de mis últimos viajes a New México el año pasado en octubre, me di cuenta que mi salud se había debilitado muchísimo y tuve un incidente cuando la presión se me subió a niveles extremadamente peligrosos poniéndome en riesgo de tener un ataque al corazón.
Entonces al iniciar la cuarentena aproveché de tener un ritmo de vida más disciplinado comenzando a caminar tres millas todos los días tratando de llegar a los 10,000 pasos, cuidando de la dieta comiendo más frutas, ensaladas, tomando buenos suplementos y evadiendo las situaciones que puedan ocasionarme estrés.
También tratamos de limitar la influencia negativa de estar viendo todo el tiempo las noticias y más bien buscar inspirarnos, escuchando música de alabanzas.
Tambien pasar tiempo breve viendo programas educativos leyendo libros que nos inspiren.
Tres meses después los resultados han sido muy buenos, bajé 26 libras pude regular la presión sanguínea a niveles normales y poco a poco comencé a incrementar la actividad física lo que ha hecho que me sienta mucho mejor y con más energías.
Lo bueno es que alguno de mis hijos han visto mi esfuerzo y ellos también se han inspirado para hacer cambios en sus vidas y tratar de llevar una vida más saludable.
En la vida siempre van a haber momentos en que tengamos problemas y desafíos, y nuestra respuesta puede ser desesperarnos o usar estos desafíos para hacer cambios, mejorar y crecer.
Y aun cuando las cosas no salen como hubiéramos querido, podemos aprender de nuestros errores y hacer cambios que nos lleven a ser exitosos la próxima vez.
La pandemia continúa y no sabemos hasta donde nos llevará, y si el mes que viene tal vez seamos nosotros a los que el señor nos llame a su casa.
Lo mejor que podemos hacer es no desesperarnos, calmarnos y aprovechar el tiempo que tenemos con nuestra familia, tratar de hacer cosas productivas, constructivas y lo más importante estar siempre preparados pues no sabemos cuándo el señor nos llamará.