Rincón de la Familia

La Bendición de tener una vocación en nuestro hogar

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Era una tarde de fines de septiembre y estábamos reunidos mi esposa Becky y yo, junto con nuestras hijas Grace y Gabriela apunto de despedirnos de nuestra hija mayor Emily Rose, quien comenzaba su jornada como candidata con las Hermanas Franciscanas de la Renovación en el convento Blessed Solanus Casey en New York. Trataba de contener mis lágrimas, pues mis hijas estaban muy emocionadas y con lágrimas en los ojos y aunque no era un adiós para siempre, sabíamos que de ahora en adelante sería limitado el tiempo que podríamos compartir con ella.
Fueron muchos años de discernimiento de nuestra hija, y también de nosotros como padres fomentando un ambiente en nuestro hogar desde antes de que Emily naciera, donde haya un terreno fértil para que las vocaciones puedan surgir y florecer.
Recuerdo que cuando era más joven mi esposa estaba en el equipo de los retiros de Youth 2000, que justamente eran facilitados por los Franciscanos de la Renovación. Inclusive ella estuvo en más de un retiro embarazada o a punto de dar a luz. Cuando estamos esperando nuestro primer hijo Alex, recuerdo que yo estaba participando de un retiro de la búsqueda juvenil y saliendo del retiro al día siguiente fuimos al hospital y Alex nació un día después.
Muchos se preguntarán tal vez ¿Cómo podemos fomentar las vocaciones en nuestros hijos? No sé si hay una fórmula para todos, pero puedo compartir alguna de nuestras experiencias qué tal vez puedan ayudar a otras familias. En mi trabajo he podido observar que muchos de mis amigos sacerdotes, vienen de familias numerosas. Teniendo con mi esposa una familia numerosa de siete hijos, siempre tuvimos la esperanza de que alguno de ellos pudiera seguir el sacerdocio o la vida religiosa.
Desde chiquito siempre tratamos de crear un ambiente donde ellos estén expuestos a la fe y a otras familias que estén tratando de vivir los valores cristianos en su hogar.
La educación fue siempre muy importante y nuestros hijos fueron casi todos educados en casa o estuvieron en escuelas religiosas.
Con mi esposa nos envolvimos en la asociación de Home School (padres que educan a sus hijos en casa), también estuvimos como entrenadores voluntarios de soccer por varios años. Siempre motivando a que nuestros hijos encuentren sus talentos y las cosas que le atraían como la música, el teatro, el arte, los deportes; invirtiendo mucho tiempo y recursos para que ellos puedan desarrollar estas actividades, frecuentemente privándonos de lujos, y vacaciones a lugares exóticos, para poder apoyarles en sus talentos.
Nosotros no podemos obligar a nuestros hijos a creer en Dios, pero podemos tratar de crear oportunidades donde ellos mismos puedan desarrollar una experiencia personal con Jesús. Varios de nuestros hijos pudieron beneficiarse de participar en retiros juveniles Search, la búsqueda y de los retiros de Steubenville East que se realizaban una vez al año en el verano.
También al ir desarrollando el talento de la música ellos se envolvieron en ministerios de música y por consiguiente comenzaron a servir en el grupo juvenil parroquial.
A pesar que desde afuera muchos nos ven como una familia donde parece todo estar bien, sin embargo; también hemos tenido bastante cruces y pruebas especialmente en el área de la salud.
Mi esposa Becky desarrolló la enfermedad de Lyme, y después una enfermedad cardiaca que le ocasionaba mucha fatiga y palpitaciones del corazón. Varios de nuestros hijos han sufrido de insomnio o deficiencia de atención y dos de ellos desarrollaron la enfermedad de Crohn que afecta y ocasiona infecciones intestinales. Hemos tenido muchísimas visitas a los hospitales y momentos que tal vez pudieran desesperar a cualquier padre. Pero cuando tienes fe, y a Dios en tu corazón El te da las fuerzas que necesitas para soportar los momentos de pruebas y tormentas.
Y así pues en medio de partidos de soccer, retiros juveniles y sirviendo en los ministerios de música, nuestra hija mayor Emily Rose creció en su adolescencia sirviendo en la parroquia y en la pastoral juvenil diocesana.
Cuando llegó el momento de ir a la escuela secundaria, no teníamos los recursos para mandarle a una escuela católica pues era demasiado costosa, entonces; fue a una escuela pública que requiere entrar tomando un examen y sólo aceptan buenos estudiantes. A pesar de que la escuela tiene un muy buen nivel académico nos preocupaba un poco el ambiente secular al que iba a estar expuesta. Sin embargo, ella se juntó con otras dos o tres amiguitas que también eran parte del grupo juvenil y formaron un club de alabanza organizando algunos eventos en la escuela, evangelizando y también haciendo colectas para niños pobres durante diciembre. Realmente pudimos ver con mucho agrado como los valores que le inculcamos y la fe que ella fue desarrollando en Dios la llevó a sobrellevar sus años de escuela rodeada de presiones en un ambiente a veces hostil a la Fe.
Después ella fue a la Universidad de Salve Regina donde estuvo jugando al soccer por dos años y durante esos años organizó horas santas y también fue instrumento para que su mejor amiga Raquel, recibiera los sacramentos y más adelante se convirtió en su cuñada al casarse con nuestro hijo mayor Alex.
Nuestra hija cuenta en su testimonio que ella hizo un rosario de 52 días para discernir su vocación y en ese momento estaba saliendo con un muchacho que era de una familia muy envuelta en la parroquia y que pensaba podria tener un futuro en matrimonio, y en el día 27 de la novena él decidió terminar la relación. Ella lo tomó como una señal de continuar discerniendo ese llamado que sentía a servirle a Dios a través de la vida religiosa.
Cuando terminó la universidad visitó varias órdenes y se sintió atraída por las Hermanas Franciscanas de la Renovación, pero teníamos un impedimento y era que tenía deudas universitarias, que superaban los $46000. Parecía una montaña tan grande para superar, pero gracias a la generosidad de muchísimas personas y a una campaña qué hicimos para ayudarle; Dios puso en el corazón de muchas personas el colaborar y nuestra hija Emily Rose pudo recaudar los fondos que necesitaba justo dos semanas antes de entrar al convento.
Dios ha sido muy bueno con nosotros y con nuestra hija, y nos complace mucho verla muy decidida, y entusiasmada entregando su vida a Dios.
Creo que nosotros como padres lo mejor que podemos hacer es desde chiquitos siempre tratar de vivir la fe en nuestro hogar, orar en familia, cuidar mucho las amistades que ellos van desarrollando al ir creciendo y buscar otras familias con las cuales podamos apoyarnos.
También buscar esos momentos, en eventos y retiros donde ellos puedan tener su propia conversión, experimentar el amor de Dios y desarrollar una relación personal con nuestro Señor Jesús.
Como padres preparamos el terreno, abonamos, plantamos la semilla, la regamos todos los días y luego Dios será quien llame y haga florecer la vocación. Oremos por todos los jóvenes que en estos tiempos tan difíciles están considerando el sacerdocio y la vida religiosa.