Usted probablemente está familiarizado con lo que pasó con dos de los discípulos de Jesús mientras caminaban por Emaús el día de la Resurrección. Este evento lo relata San Lucas en el evangelio (24: 13-35) y aparece en la liturgia durante la época de la Pascua.
Un breve resumen: Los discípulos caminaban juntos desde Jerusalén, iban discutiendo los eventos que habían pa-sado; Jesús se unió a ellos, pero no lo reconocieron; Jesús les explicaba que los profetas habían dicho que el Mesías debía de su-frir; los viajeros dejaron de caminar y lo reconocieron cuando partió el pan; Jesús desapareció muy rápido y ellos regresaron a Jerusalén a contarle a los otros discípulos lo que había pasado.
La historia de Emaús es un tesoro para los predicadores. Ha habido muchos temas acerca de esta bella historia. Pero aquí, me quiero enfocar en el hecho de que los discípulos iban caminando juntos, reflexionando en lo que había sucedido en Jerusalén. Caminando juntos, compartiendo su experiencia. ¿No es lo que debería ser la Iglesia?
La gente se junta, primero para su bautismo, y luego para compartir su fe, esperanza y amor: una comunidad que descubre a Jesús en su pala-bra compartida y en el pan: creyentes caminado juntos en momentos de alegría y tristeza, en éxitos y fracasos, victorias y derrotas; en la vida y en la muerte; ¡Esta es la Iglesia!
El cristiano no es una isla, y nadie está completo sin la Iglesia Católica. Como nos dice el Papa Francisco en una de sus audiencias generales: “Nosotros somos Cristianos porque pertenecemos a la Iglesia. No existen llaneros solitarios en la Iglesia. Ser cristiano significa que pertenecemos a la Iglesia”.
Como animales sociales necesitamos los unos de los otros. Y eso llegó a ser abundantemente claro cuando llegó la pandemia algo que todos hemos sufrido. Cuántas familias fueron separadas, cuantos ancianos sufrieron por estar solos y se hundieron en una total depresión.
Y lo que hemos experimentado en nuestras propias familias, también lo hemos experimentado en la Iglesia. Hemos tenido que ver la misa virtualmente, y eso no es suficiente. Comunidades Computarizadas no son comunidades. Por eso es que debemos regresar a la Iglesia lo antes posible, ir a la misa los domingos. Tenemos que vernos y saludarnos unos con otros, en este camino de fe. Para que Jesús nos acompañe, nos enseñe, nos alimente y nos salve.
