La Imitación de Cristo

El esquivo regalo de la paz

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Cuando Jesús se apareció a sus discípulos después de la Resurrección, los saludo con estas sencillas palabras: “La paz sea con vosotros”. Esto sigue a lo que Jesús les dijo en la Ultima Cena: “La paz os dejo; mi paz es mi regalo para ti…No permitáis que vuestros corazones se turben o tengan miedo”. (Juan 14,27)
Podríamos preguntarnos porque Jesús fue tan insistente en hablar de paz a sus seguidores. ¿Fue porque todavía estaban preocupados y confundidos por lo que habían presenciado en su traición, sufrimiento y muerte? ¿Fue porque sabían que se sentirían perdidos y abandonados después de que los dejara cuando ascendiera al cielo? ¿Fue porque sabían que a llevar a cabo su misión en el mundo experimentaría rechazo y sufrimiento?
Todas estas cosas son posibles. Y lleva a otra pregunta: Si Jesús realmente quiere que vivamos en paz, ¿Dónde está esa paz? ¿Por qué no podemos encontrarla?
La falta de paz es muy evidente en este nuestro mundo. Estamos muy conscientes de la terrible violencia y el sufrimiento que se vive en Ucrania. Leemos sobre el terrorismo y la violencia que ocurren en otros lugares del mundo todos los días. Sabemos que nuestra propia nación está plagada de una dura división política y un crimen desenfrenado en nuestras calles. También la Iglesia esta desgarrada por problemas pastorales y disputas teológicas, Y muchas personas están simplemente enojadas y ansiosas en estos días. Podemos relacionarnos con la angustia del sufrido pueblo de Israel: “¡Paz, paz! Dicen, aunque no hay paz… Esperamos la paz, ¡pero en vano!”. (Jeremías 8:11, 15)
Bueno, supongo que la respuesta es que construir una cultura de paz sigue siendo algo en lo que tenemos que trabajar. Después de todo, cuando Jesús hablo de paz a sus discípulos, no impuso una paz artificial desde lo alto. Más bien, era una aspiración, una esperanza, “un mensaje que vive en medio de nosotros como una tarea para los hombres de hoy y una promesa para mañana”. (Misal Romano)
Y así, el cumplimiento del mensaje de paz de la Pascua de Cristo nos pertenece. Necesitamos orar por la paz trabajar por la paz y vivir como personas de paz y perdón en nuestra vida diaria. Y esa es la parte difícil, ¿no? Que el Espíritu de Cristo resucitado nos ayude a realizar la promesa de paz que Jesús nos dió.
Algo para pensar: ¿Por qué el don de la paz es tan difícil de alcanzar?