Acabamos de celebrar el Día de Acción de Gracias y el ambiente está ahora lleno de música navideña, y somos constantemente inundados con ofertas de especiales y ventas. La cultura materialista nos invita a comprar y tener lo más nuevo y novedoso. Sin embargo, este tiempo de Adviento puede ser también un tiempo especial para compartir con otros de nuestro tiempo, talentos y de nuestro tesoro con los demás.
Recientemente, en su homilía durante la Misa por la Jornada Mundial de los Pobres, el Papa Francisco nos desafiaba a multiplicar el amor, ayudando a los más pobres y nos hacía la siguiente pregunta: "¿Qué camino recorremos nosotros, en nuestra vida, el de Jesús que se hizo don o, por el contrario, el camino del egoísmo? ¿El camino de las manos abiertas hacia los demás, para dar y entregarnos, o el de las manos cerradas para tener más y asegurarnos sólo a nosotros mismos?"
En su mensaje el Santo Padre usó la parábola de los talentos del evangelio de San Mateo donde tres hombres se encuentran con una enorme riqueza en las manos, gracias a la generosidad de su señor que parte para un largo viaje. "Ese patrón sin embargo un día volverá y llamará de nuevo a esos siervos, con la esperanza de poder gozar con ellos, por la forma en que, durante ese tiempo, hicieron fructificar sus bienes", comentó el Papa.
Esa parábola se aplica a nosotros y a nuestra vida, pues Dios nos ha dado a cada uno diversos talentos y algún día, nos pedirá cuenta del uso que hicimos de ellos sirviendo a los demás.
El compartir de nuestro tiempo con alguna persona que se encuentra sola, que tal vez haya perdido algún familiar, o visitar aquellos que están enfermos; puede ser de mucha gracia y bendición. Esto lo vivo yo en carne propia, ya que mi papá se encuentra con una salud delicada después de haber tenido tres derrames, y se encuentra recuperándose en un centro de rehabilitación a media hora de mi casa.
Con mi hermano menor, nos turnamos para visitarlo todos los días. Tres o cuatro veces a la semana, me levanto más temprano y comparto un desayuno con él. Las visitas lo reconfortan, le dan paz, ponen una sonrisa en su rostro y ayudan para que no se sienta solo o abandonado.
Tal vez tú conozcas personas en tu comunidad parroquial, que han dejado de venir a la Misa porque están enfermas; sería una gran bendición poder visitarles y darles un poquito de tu tiempo.
Dios nos ha dado diferentes dones y talentos, y nos pide que hagamos buen uso de ellos multiplicándolos. ¿Estás sirviendo en algún ministerio en tu comunidad parroquial o en alguna agencia que ayuda a los pobres en tu comunidad?
Las parroquias pueden ser un vehículo para que te envuelvas y puedas ofrecer tus talentos tal vez como lector, ministro de la Eucaristía, cantando en el coro, sirviendo en el ministerio de la hospitalidad, en el banco de alimentos o en el comedor de los pobres. También puedes ofrecer tus dones acompañando al grupo de jóvenes, siendo mentores para madres jóvenes, sirviendo en un grupo de oración o en algún movimiento eclesial. Pero sobre todo, sirviendo con tu ejemplo de vida cristiana, para que donde quiera que vayas las personas con las que te encuentres vean en ti la luz de Cristo, y quieran unirse a tu comunidad de Fe, no por lo que tú digas, sino por tu testimonio de vida.
En nuestras parroquias tenemos instrumentos para ayudar a los pobres de nuestras comunidades, pero no podemos olvidar que hay muchos alrededor del mundo, que viven en extrema pobreza y también necesitan de nuestra ayuda. Los obispos de los Estados Unidos fundaron la agencia Catholic Relief Services después de la Segunda Guerra Mundial, para ayudar a los refugiados de la guerra y hoy en día a través de esta agencia los católicos de Estados Unidos están sirviendo a los pobres en más de 115 países. Tal vez en tu ciudad haya un grupo local de CRS o una Comunidad de Solidaridad, donde tú también puedas compartir de tu tiempo, talento y tesoro.
Finalmente, Dios nos llama a compartir con los demás nuestras bendiciones financieras, nuestro tesoro.
En Adviento, quisiera hacerles el desafío de adoptar a alguna familia pobre o inmigrante que necesite de nuestra ayuda. Una tradición de nuestra familia es buscar una familia a la que podamos adoptar, comprando regalos para los niños y tal vez una canasta con artículos de primera necesidad.
Hace unos años atrás nuestro párroco comenzó una campaña de concientización sobre nuestra ofrenda, promoviendo el darle a Dios nuestra primera cosecha, en agradecimiento por todas las bendiciones que recibimos. Una manera de hacerlo es tal vez dividiendo la décima parte de nuestros ingresos dándole una parte importante a la parroquia, otra parte a las oficinas diocesanas de Caridades Católicas y una parte final para ayudar a otras obras de caridad o a personas a tu alrededor que estén pasando alguna necesidad.
Quiero concluir con la oración del Papa en su mensaje durante la Jornada Mundial de los Pobres: "Recemos para que cada uno de nosotros, según el don recibido y la misión que le ha sido confiada, se comprometa a 'hacer fructificar la caridad' y a hacerse cercano a algún pobre". "Recemos para que también nosotros, al terminar nuestro viaje, después de haber acogido a Cristo en estos hermanos y hermanas, con quienes Él mismo se ha identificado, podamos escuchar que nos dice: 'Está bien, servidor bueno y fiel (…) entra a participar del gozo de tu Señor'".
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Silvio Cuéllar es un escritor, compositor de música litúrgica y periodista. Fue coordinador de la oficina del Ministerio Hispano y editor del periódico El Católico de Rhode Island en la Diócesis de Providence.